Ana Fuentes. Una visión conciliadora. Por: Claudia Hdez de Valle-Arizpe En su libro de memorias, Balthus escribió: “Dejen a los otros la preocupación de interpretar, la búsqueda de comprender, de analizar todo lo que quieran. El pintor no sabe nada de todo eso. Él pinta, y ya; no intenta traducir”. Categórico como solía serlo, a Balthus lo relaciono con el arte de Ana Fuentes y, pudiendo o no estar de acuerdo con él, su sentencia me lleva a la reflexión de que en efecto es a nosotros, a los espectadores de las obras creadas por un artista, a quienes toca ‒y qué bueno‒ ser subjetivos. Así, diría que en la obra más reciente de Ana, el tiempo se fija en un instante que, sin embargo, no cesa de fluir. Menos delirantes que sus cuadros anteriores, en éstos domina una brillantez suspendida en la que nuestra mirada se posa en lo posible, es decir, sobre lo desconocido. Las niñas caminan y vemos de dónde vienen pero no hacia dónde van, o al revés: no sabemos de dónde salen pero las...